El otro día una amiga mía me que comentaba que este mes se someterá a su primer tratamiento de Fecundación In Vitro. Tras un año de búsqueda fallida y con 39 años el tiempo apura y junto con su marido han decidido ponerse manos a la obra, o más bien dicho, a manos de la ciencia.
¡Cómo me alegro!

Desde que me lo contó por primera vez, su actitud me ha parecido súper admirable. Lejos de pensar en las cosas que pueden salir mal se ha centrado en lo positivo y aunque las probabilidades que le han dado de quedarse embarazada son de un 35%, ella lo ve y vive como si fueran de un 200%. Su racionamiento es que si de forma natural no tiene posibilidades, pasar de un 0% a un 35% es la leche. ¡Claro que sí!
Ojalá, ojalá, ojalá le salga bien.
Reconozco que me choca un poco las conversaciones que tenemos, pues habremos vivido el tratamiento de Reproducción Asistida de forma totalmente opuesta. Ella visualiza su embarazo nítidamente, ha pensado los nombres de los bebés, la educación y diría que hasta tiene pensada cómo será la habitación cuando nazcan. Porque si algo tiene claro es que embarazarse se embarazará. De nuevo, ojalá que lo consiga.
Me flipa la felicidad y la ilusión con la que está viviendo el proceso y además porque en su caso es un poco más demandante porque lo está haciendo mediante un estudio clínico de la Dexeus por lo que le hacen más controles y seguimientos que con una Fecundación In Vitro normal.
Por todos estos motivos, no os negaré que a veces incluso pienso si esta sobre dosis de optimismo es el resultados de una falta de realismo y de desinformación. Pero luego siempre llego a la conclusión que si a ella le funciona ¡adelante!
Es cierto que como amiga sufro un pelín de verla tan acelerada, sobre todo porque tengo muy presente mi experiencia y como nos costó varios intentos, pienso que le puede pasar lo mismo. Ya os comenté que yo lo viví de forma muy reservada y siempre con bastante miedo a que no funcionase. Los abortos bioquímicos, ectópicos y demás no jugaron a favor a nuestro pero aun así, un poco de optimismo no me hubiese ido nada mal. Por tanto, tampoco quiero meterme en su forma de afrontar el tratamiento ni aconsejarla mucho. Si va bien habrá disfrutado desde el inicio y si sale mal solo sufrirá tras el resultado. Mucho mejor esto que estar rallado desde el inicio.

Así que desde aquí le deseo toda la suerte del mundo y espero que el camino que ha empezado a recorrer sea lo más corto y maravilloso posible. 😊